miércoles, 28 de julio de 2010

Así alumbre vuestra luz

Elder Lawrence E. Corbridge
Primer Consejero Presidencia de Area Chile

La mayoría de nosotros nos sentimos incómodos cuando nos prestan atención, más aún si nos critican. La mayoría de nosotros preferiríamos pasar más bien inadvertidos porque así se esperará menos de nosotros. Más que en el Señor, se busca la seguridad en la multitud, y la multitud casi siempre establece un silencioso consenso de mediocridad.


 
El Señor dijo: "Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos"i. Uno podría decir sé un buen ejemplo, pero el Señor además dijo: "Alzad, pues, vuestra luz para que brille ante el mundo. He aquí, yo soy la luz que debéis sostener en alto: aquello que me habéis visto hacer."ii


Para aquellos de nosotros que nos sentimos en desventaja cuando se trata de talentos y dones creyendo que no tenemos mucho que mostrar, debería ser motivador saber que esta invitación no es para deslumbrar a otros demostrando quiénes somos o lo que sabemos. Esta luz no es un foco reflector que ilumina a uno mismo. No es un espectáculo. Más bien esta luz es Él, la Luz del Mundo reflejada en nosotros a medida que simplemente nos esforzamos por hacer lo que Él hizo. De eso se trata. El Señor parece decir que lo sigamos y que no nos avergoncemos ni nos neguemos a destacar. No trate de parecerse u ocultarse en la multitud. No se preocupe por el resultado. No se avergüence de levantar Su luz. No tenga temor de brillar.

Un amigo de Fabián Meneses dejó brillar su luz -la que cambió a Fabián para siempre -y este amigo nunca lo supo. Fabián creció en la remota ciudad de Punta Arenas, Chile, cerca de la costa antártica. Esta es su historia: "No nací en un hogar donde se disfrutara de las bendiciones del Evangelio ni donde se demostrara gran amor. A la edad de dos años sufrí un accidente en el que se quemó el setenta por ciento de mi cuerpo, estuve al borde de la muerte y en coma por un mes. Desperté justo el día de mi cumpleaños. Había dificultades entre mis padres y decidieron separarse.

"Fui creciendo con mis propias ideas y creencias así como con las de quienes me rodeaban. A veces en mi casa faltaba la comida lo cual me ponía muy triste. Eso me llevó a trabajar a muy corta edad para dar algo de comer a mis hermanos y a mi madre. Nunca me preocupé de mi felicidad espiritual. Solo me importaba pasarlo bien y estar con mis amigos, lo que con el tiempo comenzó a traerme muchos problemas con las personas que amaba. Quería cambiar pero no encontraba las fuerzas en mí para hacerlo. Sentía gran pesar porque, por más que lo intentaba, volvía a caer, volvían los problemas. Jamás se me pasó por la mente acudir a nuestro Padre Celestial.

"Necesitaba ayuda y pronto. En ese tiempo me juntaba con un amigo que era un miembro menos activo de La Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días, Claudio Márquez. Yo no lo sabía porque jamás habíamos hablado en un plano espiritual. Entonces ocurrió algo que nunca podré olvidar. Mi amigo comenzó a cambiar, se alejó de mí y de los vicios y yo no sabía de dónde él obtenía la fuerza para hacerlo. Yo siempre había querido hacer lo que ahora veía reflejado en él. Eso me intrigaba, me confundía y me preguntaba, '¿cómo puedo ser como él?; ¿cómo puedo lograr ese cambio?'. Lo que más me impresionaba era que lo veía feliz y sentí en mi corazón que el cambio que él había tenido era algo bueno de lo cual yo también quería ser partícipe.

"Le pregunté sobre el cambio en su vida y me explicó las creencias de la Iglesia y lo que él sentía y sabía acerca de Dios. Supe que lo que él me decía era verdad y tomé la decisión de escuchar a los misioneros. Me explicaron sobre la restauración, sobre el profeta José Smith y cómo había encontrado y traducido el Libro de Mormón. Me dijeron que, si quería saber la verdad, debía preguntar a Dios en oración. Lo medité en mi mente y en mi corazón todo el día. Oré, pregunté y recibí la respuesta que marcaría mi alma por el resto de mi vida. Ahora sabía por mí mismo que Dios vive y nos ama, que José Smith es un verdadero profeta de Dios y que la Iglesia de Jesucristo está en la Tierra. Sentí por primera vez la influencia de Dios en mi vida y el amor que Él tiene por cada uno de nosotros."

Con la ayuda de Dios, Fabián hizo en su vida cambios que nunca antes había sido capaz de hacer. Se bautizó. Aprendió a orar, a ayunar y a estudiar las Escrituras y la Liahona. Poco después de que decidió servir una misión su madre murió de cáncer. Imperturbable, ayudó a consolar y reconfortar a su familia enseñándoles acerca de los templos y las ordenanzas vicarias. Los miembros de la Iglesia fueron para él un gran apoyo. Sirvió fielmente y llegó a ser un maestro orientador de miembros menos activos. Fabián está sirviendo ahora en la Misión Lima Perú Sur.

La vida de Fabián Meneses cambió para siempre debido a la luz que brillaba en la vida de un amigo, un miembro menos activo de la Iglesia. Quien nunca pretendió ser una luz, sin embargo, llegó a serlo simplemente al esforzarse por hacer los cambios y sacrificios necesarios en esta vida para seguir al Señor.

Su luz puede brillar y ayudar a otros y es posible que usted nunca lo sepa.

La tendencia humana es parecerse a la multitud; "...ancha es la puerta... que lleva a la perdición, y muchos son los que entran por ella."iii. Ese es el sendero de la multitud. Debemos estar listos para hablar, ponernos de pié y brillar por causa de la verdad.

La mayoría de nosotros nos sentimos incómodos cuando nos prestan atención, más aún si nos critican. La mayoría de nosotros preferiríamos pasar más bien inadvertidos porque así se esperará menos de nosotros. Más que en el Señor, se busca la seguridad en la multitud, y la multitud casi siempre establece un silencioso consenso de mediocridad. No importa cuán buena sea la multitud, espera de nosotros menos de lo que somos realmente capaces de dar. Hay solamente una Luz, un Estándar que revela y requiere la medida completa de nuestro potencial y a la vez ofrece el poder por el que puede hacerse realidad. Jesucristo es la Luz y la Vida del mundo. Solo Él puede revelar nuestras debilidades y también conferir el poder para cambiar, para llegar a ser fuertes donde somos débiles.

Si usted sigue al Señor, se levantará como una luz que brilla en la oscuridad, como Claudio, el amigo de Fabián. Su luz brillará, la que será Él mismo, Su luz, y ya sea que la escoja o la busque, será una ciudad asentada en un monte. Su luz brillará, no porque usted así lo escoja sino como una inevitable consecuencia de la fe, de la opción de seguir al Señor a cualquier costo y parte del costo es brillar. No podrá esconderse, aun cuando quiera hacerlo. A menudo se quedará solo, pero no va a estar realmente solo, ¿cierto? Él va a estar a su lado. Él estará con usted. Él es la Luz que debería brillar dentro de usted. No esconda la luz, déjela brillar. No trate de parecerse a la multitud. Sígalo y no tema.
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i Mateo 5:16
ii 3 Nefi 18:24, énfasis agregado
iii Mateo 7:13