Elder Hernan I. Herrera
de los Setenta
Siendo que el principal objetivo de Dios es que cada uno de Sus hijos pueda alcanzar la inmortalidad y vida eterna, cuán importante es entonces para nosotros calificar para volver a Su presencia. En el libro de Moisés leemos: "Porque, he aquí, ésta es mi obra y mi gloria: Llevar a cabo la inmortalidad y la vida eterna del hombre" (Moisés 1:39).
Con la resurrección de Cristo se rompieron las ligaduras de la muerte física, por lo que podemos lograr la inmortalidad en el día de la resurrección. Entonces, ¿qué debemos hacer para lograr la vida eterna? El Señor, hablando por medio del profeta José Smith, contesta esta pregunta: "Y si guardas mis mandamientos y perseveras hasta el fin, tendrás la vida eterna, que es el mayor de todos los dones de Dios" (D y C 14: 7). "Guardar los mandamientos" no requiere de mucho análisis pero el término "perseverar" nos indica la importancia de mantenernos fieles a nuestros compromisos. En la Guía para el Estudio de las Escrituras este término se define como: "Permanecer firme en el compromiso de ser fiel a los mandamientos de Dios a pesar de la tentación, la oposición o la adversidad".
La vida eterna es vivir para siempre como familias en la presencia de Dios (G.E.E) y para lograrlo debemos cumplir con un requisito fundamental: "En la gloria celestial hay tres cielos o grados; y para alcanzar el más alto, el hombre tiene que entrar en este orden del sacerdocio [es decir, el nuevo y sempiterno convenio del matrimonio]; y si no lo hace, no puede alcanzarlo (D y C 131: 1-3). Aquí encontramos la respuesta: si no nos sellamos en el templo como familia, no podemos alcanzar la vida eterna.
Como todo mandamiento de Dios, este también trae bendiciones y promesas: "Y además, de cierto te digo, si un hombre se casa con una mujer por mi palabra, la cual es mi ley, y por el nuevo y sempiterno convenio, y les es sellado por el Santo Espíritu de la promesa, por conducto del que es ungido, a quien he otorgado este poder y las llaves de este sacerdocio, y se les dice: Saldréis en la primera resurrección, y si fuere después de la primera, en la siguiente resurrección, y heredaréis tronos, reinos, principados, potestades y dominios, toda altura y toda profundidad, entonces se escribirá en el Libro de la Vida del Cordero que no cometerán homicidio para derramar sangre inocente; y si cumplen mi convenio y no cometen homicidio, vertiendo sangre inocente, les será cumplido en todo cuanto mi siervo haya declarado sobre ellos, por el tiempo y por toda la eternidad; y estará en pleno vigor cuando ya no estén en el mundo; y los ángeles y los dioses que están allí les dejarán pasar a su exaltación y gloria en todas las cosas, según lo que haya sido sellado sobre su cabeza, y esta gloria será una plenitud y continuación de las simientes por siempre jamás.
Entonces serán dioses, porque no tendrán fin; por consiguiente, existirán de eternidad en eternidad, porque continuarán; entonces estarán sobre todo, porque todas las cosas les estarán sujetas. Entonces serán dioses, porque tendrán todo poder, y los ángeles estarán sujetos a ellos" (D y C 132: 19-20, cursiva agregada).
Les invito a prepararse para cumplir con esta ordenanza y obtener las promesas y, a quienes lo hayamos hecho, sigamos perseverando y confiando en las eternas misericordias de nuestro Padre Celestial. Él vive y nos proporcionará la guía para que logremos nuestro objetivo de volver a Su presencia. Tenemos todo a nuestro alcance, solo debemos ser valientes y perseverar.